Para noches de dolor
EN EL CAMINO CON VOS
En RADIOSAG ? sábados 13 hs (AR)
Fiesta de Santa María Magdalena.
La Palabra hoy me dice: “Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando”
En el evangelio de San Juan, encontramos a María Magdalena llorando junto al sepulcro. Todos alguna vez atravesamos la noche del dolor. Es más, me animaría a decir que esta experiencia es algo inevitable para el ser humano. Existen diferentes tipos de llantos: hay llantos de alegría, llantos de emoción, llantos de sorpresa, llantos que son frutos de silencios, llantos de desamor, llantos de dolor. Un posible denominador común de los llantos que he mencionado, podría ser que las lágrimas brotan de lo más profundo del alma.
“Mujer, ¿por qué lloras?, ¿A quién buscas?”
En el caso del evangelio, María Magdalena se encontraba ante la tumba de su amado que había muerto. Desde el fondo del alma brotaban unas lágrimas de desamor y dolor. María Magdalena tenía el corazón partido en mil partes, la angustia resultaba imposible de comprender. Mirando estos tiempos de pandemia, podríamos decir que hemos perdido muchas personas que queríamos y quizás sentimos el corazón partido en mil partes. Quizás en este tiempo de pandemia, hemos llorado por no comprender algunas situaciones, e inclusive hemos llorado sin saber los motivos de por qué llorábamos. Nuestros ojos se nublan de lágrimas. Buscando razones nos dormimos. El dolor conquistó el corazón e instaló la bandera de la desesperanza. Todo es desazón.
“Jesús le dice: ‘¡María!’”
Pero aún en la noche del dolor, puede salir el sol…
María Magdalena fue discípula de Jesús, pero además ahora será parte de una experiencia íntima: Jesús pregunta la razón de sus lágrimas, y se revela. María Magdalena, por esta pregunta vuelve a nacer. Ahora será consciente de su misión: ser testigo del Dios de los vivos. ¡Porque Jesús está vivo! Cristo venció la muerte para salvarnos de los abismos y acompañarnos en las noches oscuras. Las lágrimas seguirán estando porque forman parte de la vida, pero podemos hacernos conscientes de que Cristo dice nuestros nombres para levantarnos de la angustia. Cristo puede unir nuestras partes rotas, porque es el Señor de la vida. Él une permanentemente cielo y tierra en el amor.