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Asumir una antropología donde el hombre es creatura y sub-creador o colaborador en la Creación de la cual Dios es autor nos pone frente a dos realidades: La primera es que hay una naturaleza y reglas previas a la llegada de cada hombre al mundo, es decir, la libertad del hombre está inserta en un “cosmos” y un mundo con ciertas normas que lo preceden.