La semana pasada mi mamá sufrió un ACV, por tercera vez. Ella vive en otra ciudad que no es Caracas, es viuda, vuelta a casar.
Inmediatamente, al escuchar su mensaje, llamé a una Hna. religiosa, quien en este momento es la madre General de una Congregación cercana a nosotros y le pedí me acompañara orando; también llamé a un primo hermano Evangélico (lo quiero mucho).
Y así, tranquilita, sin hacer escándalo, me dispuse a rezar el rosario.
Esta vez sentía PAZ:
Mi petición era esta:
“Que se haga Tu voluntad, pero no dejes que mi mamá se vaya sin recibir Sacramentos”: (confesión y comunión).
No habían transcurrido más de 4 horas cuando mi mamá me llamó de vuelta para decirme que estaba bien.
Me llegaban a la mente dos testimonios de Santidad: una Beata de Venezuela quien oró con Fe frente al Santísimo Sacramento hasta lograrse la conversión de su papá y la Madre Angélica (fundadora de EWTN), quien también pidio insistentemente por la conversión de su mamá.
Sus rostros refrescaban mi mente en ese momento para fortalecerme.
Cuento esto para mayor Gloria de Dios, (sin mencionar ningún nombre) porque cada uno de nosotros (los Bautizados) estamos llamados al camino de Santidad, si perseveramos en aquello que Dios nos pide, con Fe.
¡Hágase!